La práctica del transfuguismo se ha convertido en un hecho normal en la política nacional como regional, se cambia de partido político como si se tratara de algo que se compra y se vende, originando un engaño frente al electorado que observa perplejo como se mercadea la política, dirigentes convertidos de la noche a la mañana en voceros de candidaturas ideológicamente opuestas.
Trásfuga es aquel que, traicionando a su partido o movimiento de origen, se traslada a otras corrientes buscando obtener un beneficio electoral, sin sustento ideológico alguno, traicionando unas ideas con las que fue reconocido, con una pusilanimidad que tratan de esconder frente a los votantes.
Da pena decirlo, pero estos procederes a veces con el aval del gobierno, no solo constituye una estafa política que erosiona el sistema democrático, al falsear la representación popular, que debe generar un rechazo de índole moral, por tratarse de conductas que atentan contra el sistema institucional de los países, fenómeno por demás vergonzoso.
Lo cierto es que, para el infortunio de la política colombiana, todavía rondan los roys, benedettis y muchos otros fariseos, que están más pendientes de sus propios intereses que los de la colectividad, falsos promeseros que le hacen tanto daño a la poca democracia que nos queda.
Seguramente el gobierno nacional en una indebida injerencia en la mecánica interna de los partidos buscará sacar adelante ese intento legislativo de legalizar el transfuguismo con el propósito de robustecer el denominado pacto histórico como partido de choque y de lucha social, con miras a la elección del 2026, aunque se atropelle la estructura de los partidos.
ADENDA UNO: Si bien es cierto que la nueva administración distrital recibió una herencia de ineficiencia en lo público, en materia de congestión vial, de inseguridad ciudadana, en lo fiscal, como la invasión reiterada del otrora parque nacional, no menos cierto lo es, que llama la atención que trascurridos más de dos meses no se conozca que diligencias se han adelantado para recuperar esa área de tanta importancia para los capitalinos.
El desaseo, el peligro para los mismos invasores, con una población infantil en su total abandono, la inacción de las autoridades distritales hace que se observe con preocupación la suerte futura de esta zona de la capital ícono por su historia, como pulmón verde de la capital.
Aunado a lo anterior, nueva toma indígena en el sector histórico y turístico de la Candelaria, que confirma la ausencia de políticas oficiales de prevención de los espacios públicos.
Negligencia, desidia, u omisión en el cumplimiento de la actividad misional, o simplemente que todo cambie, para que nada cambie.
ADENDA DOS: Otra de las tantas ideas de quién ocupa la casa de Nariño, convocar una CONSTITUYENTE en un país con el 60% de los municipios asediados por la insurgencia armada, los riesgos que esa presión significa para el eventual votante, afectando la transparencia de cualquier certamen electoral. Más gobierno, respeto por la separación de poderes como lo establece la constitución, sin necesidad de arrastrar al país a un periodo de polarización política y social ,con resultados inciertos , donde solo habrá un perdedor: La institucionalidad.
Idea gubernamental que corresponde más a un distractor ante la opinión ciudadana.
Por: J.Ferney Paz Q – Exmagistrado