En varias columnas he expresado la necesidad de introducirle cambios a la carta política en ciertas materias relacionadas con la justicia, como una verdadera reforma política y electoral a través de una ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE, ante la imposibilidad de hacerlas vía Congreso por los intereses que en esa rama del poder público se ventilan, pero el momento político actual, la absurda polarización social por la que atraviesa la sociedad que a menudo conducen a la hostilidad o falta de entendimiento mutuo, hace imposible esa convocatoria generando aspectos más negativos que positivos.
La propuesta gubernamental, esbozada por el MINJUSTICIA, arrinconado jurídicamente en un reciente debate radial, no deja de ser una idea fantasiosa ,con un tinte de demagogia electoral en la búsqueda de apoyos para las venideras campañas de Congreso y Presidencia República, olvidándose que el frecuente reformismo constitucional genera inestabilidad institucional, inseguridad jurídica y en ese sentido se crea una cierta precariedad y falta de credibilidad del sistema democrático, con un desarrollo desordenado e incoherente de las políticas del estado.
En un estado de derecho, la acción estatal debe basarse en la subordinación de todo poder ante el orden jurídico existente, de allí que resulta conveniente recordarle al reciente ministro tan apegado a citas de maestros de la ciencia jurídica, el pensamiento del connotado jurista y filósofo austriaco Friedrich Hayerk, defensor de los principios liberales, cuando expresaba que “el gobierno está vinculado por normas fijadas y publicadas de antemano, normas que hacen posible prever con bastante certeza, como usar la autoridad, sus poderes coercitivos en determinadas circunstancias y planear los asuntos de los ciudadanos.»
No resultan beneficiosos para los sistemas democráticos los cambios frecuentes del ordenamiento constitucional por cuanto se van minando la solidez de las instituciones y la propia estabilidad política, máxime cuando los mismos se proponen en una agenda de campaña electoral.
Debería el gobierno central desarrollar otros temas de mayor prioridad, como los de la Salud en total crisis, infraestructura vial, lucha contra la corrupción donde voceros oficiales están comprometidos a la espera de fallos judiciales, la seguridad que debería ser tema central de campañas electorales y no caer en un desgaste institucional que solo busca beneficiar intereses personales o de grupo partidista. Mas gobernanza y menos iniciativas propias de mentes excéntricas.

ADENDA UNO. Resultaría conveniente para el país que el jefe del ejecutivo no desgaste sus energías en convocatorias de marchas, concentración de población indígena para escuchar las arengas presidenciales, con debates insulsos casi que diarios a través de su red favorita, no más reuniones colectivas instigadas por unos opacos dirigentes sindicales, las cuales más parecen a reuniones electorales con dineros del erario, plata de los contribuyentes. En una frase, menos discusión y enfrentamientos, menos embriaguez de poder y más gestión de gobierno.
ADENDA DOS. Los sabios antiguos decían que las tres personas más importantes de cualquier comunidad eran el juez, el maestro y el militar. Tenían razón, una sociedad donde no funciona la justicia, donde la educación de la gente no es prioridad, o donde el estado no puede garantizarle a la ciudadanía un mínimo de seguridad, es una sociedad con problemas. Buena parte de los males presentes se debe precisamente a que se han invertido las prioridades: estas tres actividades que deberían concentrar la atención del cualquier gobierno sin consideración ideológica alguna han sido relegadas a una condición indigna, casi que mendicante.
Por: J.Ferney Paz Q – Exmagistrado
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