Desarrollo de una cultura de paz a través del arte y la literatura

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11º Encuentro de Escritores en Envigado, 21 Noviembre, 2023

A continuación, presentamos el escrito en español e inglés, presentado por el escritor y poeta Ron Riddell, en el marco del XI Encuentro Nacional e Internacional de Escritores, Ciudad de Envigado, el día martes 21 de noviembre de 2023.

Con la lluvia de bombas y misiles, la continua devastación, pérdida de vidas y destrucción, ¿mientras en el proceso estamos destruyendo la tierra de la mejor forma, cómo encontramos y mantenemos una voz calmada, respetuosa y decidida a través del arte, la música y la literatura? ¿Cómo infundimos esa voz con compasión, con empatía, con semillas de paz, sanación; reconciliación y transformación?

¿Qué tienen que ver el arte, la música y la literatura con la paz? Todo: todo lo que nos sostiene, nos nutre, nos inspira; nos mantiene bien, estables. Ellos son el alimento del alma de los sentidos más elevados; lo usualmente invisible, los sentidos espirituales, y al mismo tiempo, los que satisfacen las necesidades terrenales esenciales, en las esferas emocionales y psicológicas, por ejemplo.

El arte y la paz tienen un origen común, estable; van juntos de la mano, unidos por un impulso común hacia el enriquecimiento de la experiencia humana; el realce de nuestro conciencia, nuestras sensibilidades; nuestro sentido de belleza, de armonía, la familia humana común, el amor.

Sí, podríamos decir que la poesía y el arte son los antídotos contra la locura, la depravación, bestialidad, tiranía y demás pero ¿qué tipo de antídoto exactamente? ¿Qué pasa con los mandos de campos de concentración, tiranos genocidas, lunáticos, violentos abusivos que son también poetas o amantes de la poesía? ¿Cómo puede reconciliarse el uno con el otro? Si solo somos una, una familia, seguramente debemos acomodar de alguna manera a los psicópatas que hay entre nosotros y también reconocer que todos compartimos tendencias psicopáticas; niveles o áreas de desequilibrio, inadaptación.

Por tanto, podamos argumentar quizá, que la poesía y el arte por si solos no nos curarán, ni recobrarán; nos harán más sensatos amorosos, compasivos, indulgentes, íntegros. ¿Tal vez esto de cuenta de nuestra frustración, en el sentido de que tratamos de poner poéticos apósitos sobre la herida; herida que compartimos y de la que nos ocuparíamos con sumo cuidado y buena voluntad?

¿Hay otra ética, incluso otra estética, que de algún modo no está representada, no
encarnado por la poesía, ni siquiera por la gran poesía, por grandes poetas? Por ejemplo puedo pensar, entre otros, en Ezra Pound, un gran poeta del siglo XX, quien fue también propagandista para el fascismo y el racismo y estuvo a punto de ser juzgado por traición en USA por este motivo. Un caso de clemencia que fue abogado con éxito por sus colegas y contemporáneos, sus compañeros artista y escritores, la mayoría de los cuales no compartían sus opiniones políticas ni sociales, incluyendo a Ernest Hemingway, T. S. Elliot y otros más.

Ezra Pound en el hospital St. Elizabeth

Ezra Pound contempla su pulgar
sentado al sol de la tarde.

Escucha el estruendo de los aviones desde lo alto
y piensa en treinta millones de muertos.

Escucha el estruendo de los aviones desde lo alto
y piensa en treinta millones de muertos.

¿Qué habría imaginado – un sitio
para la poesía en estados fascistas?

Observa los mirlos saltar
entre lechos de rosas.

Entra la enfermera, le ofrece tostadas
junto a otra que trae su dosis diaria.

La sonrisa del jarrón de gladiolos
desde la cornisa de la ventana

mientras la luz silenciosa
calienta su sobrecama.

De modo que la poesía, el arte solo, como pura técnica, estética, por refinada que sea, por magníficamente elaborada o desarrollada que sea no puede salvarnos de la locura, la inhumanidad; la tiranía, el caos. Aún más, extendamos la proposición al arte de las ciencias espirituales, el desarrollo de una conciencia trascendental superior. Puedo pensar en uno de esos maestros espirituales, maestro que se preocupó por el destino de Alemania y de los soldados alemanes en la Primera Guerra Mundial, desde una perspectiva más etnocéntrica, digamos, sin embargo ¿nos atreveríamos a juzgar en cualquier nivel?

Si no hay otra opción y si estamos abiertos a la posibilidad, la poesía puede enseñar humildad. Representa la adopción de una posición humilde; una de las más humildes; una posición que escasamente cuenta para algo sobre la tierra, de este mundo sin embargo esencialmente no-de–él; una ofrenda en homenaje a la belleza representada y expresada en nuestro mundo, una presencia de belleza, gracia y paz a menudo ignorada, abusada, o subestimada.

Hay fuerzas en este mundo, tanto visibles como invisibles, que nos asaltan, nos inquietan, que intentan sacar la poesía que hay dentro de nosotros más sin embargo nos resistimos, tenemos una asombrosa capacidad de resistencia, de resiliencia. Tenemos recursos naturales a fuentes de milagro y asombro, que están encarnadas en el espíritu de la poesía misma; fuentes de sanación, reconciliación, resurgencia y transformación. No seremos menospreciados, no seremos degradados. Se nos da una pausa para la meditación y la reflexión, para la introspección en el sentido más elevado, en el sentido más amplio.

Erigimos a nuestros dioses, a nuestros profetas, poetas; los seleccionamos, elevamos los adoramos; nos aferramos a ellos, incluso cuando sus debilidades son claramente visibles, incluso cuando el monstruo se revela, como en “alguna bestia hostil que se inclina hacia Jerusalén.” ¡Por el amor de Dios y por desgracia siempre ha habido encorvadas bestias hostiles caminando por Jerusalén!

Así que ¿cómo lidiamos con la bestia hostil que hay dentro de nosotros? Podemos aflorar en la poesía y el arte. Podemos escribir y leer artículos de poesía hasta quedar exhaustos, desalmados, nauseabundos; hasta que llegamos a un impase, otra debilidad, locura, desequilibrio, empobrecimiento. En nuestra desesperación, sentido de impotencia, desesperanza, nos preguntamos ¿Qué podemos hacer, cual es la solución a la locura, el caos, la crueldad; los repetidos ciclos de violencia?

Es posible que nos sorprendamos, incluso nos horroricemos, cuando escuchemos la gente decir que no hay solución. No hay solución más allá de una compasión consciente y despierta, que va más allá de los tribunales terrenales y prácticas de justicia en tribunales más altos, donde la compasión es proactiva y todo lo perdona; donde prevalece una capacidad inclusiva y preventiva de concesión y perdón, puesto que es aquí donde la consciencia expansiva, y el despertar que sobreviene, nos abraza a todos como seres inmortales, inconmensurablemente preciosos, una familia.

Hay una ética, una estética también para la paz, para la armonía, para aun universo armonioso a la conciencia compasiva, al trabajo por la paz. Esto no es solo un imperativo moral, espiritual y cultural. También es ecológico una cuestión de supervivencia, de crecimiento, providencia y prosperidad en todos los niveles y en todos los modos de vida, de ser, de existencia.

©Ron Riddell
Medellín, Noviembre de 2023

VERSIÓN EN INGLÉS

Peace Culture Development through Art & Literature

With bombs and missiles raining down; the continuing devastation, loss of life and destruction; while we are doing our best to destroy the earth and ourselves in the process, how do we find and maintain a calm, respectful and purposeful voice through art, music and literature? How do we imbue that voice with compassion, with empathy, with the seeds of peace, healing; reconciliation and transformation, if not salvation?

What do art, music and literature have to do with peace? Everything: all that sustains us, nurtures us, inspires us; keeps us well, well-balanced. They are the soul foods of the higher senses; the usually invisible, spiritual senses and at the same time they satisfy essential earthly needs, in the emotional and psychological spheres for instance.

Art and peace have a common origin, stable; they go together, hand in hand, united by a common impulse toward the enrichment of human experience; the enhancement of our consciousness, sensibilities; our sense of beauty, harmony, common human family, love.

Yes, we can say that poetry and art are antidotes to madness, depravity; bestiality, tyranny and so on but what kind of antidote exactly? What about camp commanders, genocidal tyrants, violent abusive lunatics who are also poets or poetry lovers? How can the one be reconciled with the other? If we are but one, one family, surely we must accommodate somehow the psychopaths in our midst and also acknowledge that we all share psychopathic tendencies; levels or areas of imbalance, maladjustment.

Perhaps we can argue therefore, that poetry and art on their own won’t heal us, restore us; make us sane, loving, forgiving, compassionate, whole. Perhaps this may account for our frustration, in that we are trying to stick poetic band aids on the wound; the wounded-ness we share and would minister to, with utmost care and goodwill?

Is there another ethic, aesthetic even, that is somehow not represented, not embodied by poetry, even great poetry, great poets? For example, I can think among others of Ezra Pound, a great poet of the twentieth century, who was also a propagandist for fascism and racism and was very nearly tried for treason and executed in the US on this account. The case for mercy was successfully pleaded by his colleagues and contemporaries, his fellow artists and writers, most of whom did not share his political or social views, including Ernest Hemingway, T.S. Eliot and others.

Ezra Pound at St Elizabeths Hospital

Ezra Pound stares at his thumb
sitting in the afternoon sun.

He hears the planes drone overhead
and thinks of thirty million dead.

What had he imagined – a place
for poetry in fascist states?

He watches the blackbirds
skip between rose beds.

A nurse enters, offers toast
then another with his daily dose.

A vase of gladioli smile
from the window-ledge

as light tip-toes in
to warm his coverlet.

So poetry, art on their own, as pure technique, aesthetic, no matter how refined, how superbly elaborated or developed cannot save us from lunacy, inhumanity; tyranny, chaos. Furthermore, let us extend the proposition to the art of spiritual science, the development of higher, transcendental consciousness. I can think of one such spiritual master, teacher who became preoccupied with the fate of Germany and German soldiers in the First World War, from a rather ethno-centric perspective, shall we say. Yet dare we judge on any level?

If nothing else and if we are open to the possibility, poetry can teach humility. It represents the adoption of a lowly station; one of the lowliest; a station that hardly counts for anything on earth; of this world yet essentially not-of-it; an offering of homage to the beauty represented and expressed in our world, a presence of beauty, grace and peace so often ignored or abused or taken-for-granted.

There are forces in this world, both visible and invisible, that assault us, that rattle us, that try to shake the poetry out of us yet we resist, we have this remarkable capacity of resistance, resilience. We have natural recourse to sources of miracle and wonder, that are embodied in the spirit of poetry itself; sources of healing, reconciliation; resurgence and transformation. We will not be put down, we will not be debased. We are given pause for meditation and reflection, for introspection in the highest, most open sense.

We erect our gods, our prophets, poets; we select them, elevate them, worship them; we cling to them, even when their frailties are clear to see, even when the monster is revealed, as the Irish poet W.B. Yeats says in “some rough beast slouching towards Jerusalem.” For heaven sakes and most unfortunately there have always been “rough beasts” slouching to and walking through Jerusalem!

So, how do we deal with the rough beast in ourselves? We can pour forth poetry and art. We can write and read screeds of poetry until we are exhausted, depleted, dry-retching; until we come to an impasse; another infirmity, madness, imbalance, impoverishment. In our desperation, sense of powerlessness, helplessness, we ask, what can we do, what is the solution, to the madness, chaos, cruelty; the repeating cycles of violence?

We may be shocked, horrified even, when we hear people say there is no solution. There is no solution beyond conscious, awakened compassion, that reaches beyond earthly courts and practices of justice to much higher courts, where compassion is pro-active and all-forgiving; where an inclusive and “pre-emptive/preventative” capacity for allowance and forgiveness holds sway, for it is here that the expansive consciousness and awakening that ensues, embraces us all as immeasurably precious immortal beings, family.

There is an ethic, an aesthetic also to peace, to harmony, to a harmonious universe; to compassionate consciousness, peace work. The development of this ethic-sensibility is a dedicated, disciplined path, a work-in-progress of open, creative and compassionate consciousness. This is not only a moral imperative, spiritually, culturally. It is also an ecological one also; a matter of survival, of growth, providence and prosperity on all levels and in all modes of life, being, existence.

©Ron Riddell
Medellín
Colombia
21 November, 2023

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