No hay duda que el país ha venido fallando en la escogencia de sus dirigentes como en sus gobernantes como consecuencia de una falta de cultura política, donde los cuestionamientos éticos, los antecedentes judiciales de algunos, con métodos de trabajo que rayan con las normas penales, que han hecho del soborno, el cohecho, la violencia, el prevaricato, el concierto para delinquir, una forma de vivir.
Frente a lo dicho, surgen interrogantes respecto a que la nación no pasa por un buen momento social, el descontento se palpa, paros, protestas, bloqueos viales, la incredulidad en la clase política, la desconfianza hacia el sector judicial, los enfrentamientos entre los órganos de poder, la beligerancia del alto gobierno nos conduce a creer que no se nos gobierna en debida forma, donde el único perjudicado es el país, con acercamiento a lo que se ha denominado un estado fallido.
Ahora bien, mientras nos neguemos aceptar la realidad del país, o peor aún, se conozca y se quiera desconocer por la clase gobernante, imposible obtener la paz social y política, tan anhelada por los colombianos.
La pregunta que a diario nos formulamos, es ¿Cómo llegamos a estos niveles de barbarie, el sur en poder de la insurgencia, la violencia indiscriminada, la corrupción tema de nunca acabar, una justicia descompuesta y con bajos niveles de credibilidad?, más dedicada a conceder principios de oportunidad, que a reprimir a los verdaderos asaltadores del erario, sólo basta observar la inacción para judicializar a quienes se ufanan de saquear a la Unidad de prevención y desastres, negro capítulo de la corrupción estatal.
Que los organismos judiciales actúen con la mayor eficiencia, menos versiones libres, judicializando a quienes han convertido el Estado en caja menor. Es su tarea y obligación constitucional.
ADENDA. No nos llamemos a engaño, para desarrollar una región o un país se necesita ante todo actualizar sus realidades, no se gobierna con fórmulas simplistas o producto de la improvisación, y menos con espejo retrovisor , ejerciendo funciones de fiscal acusador ,se debe interpretar la realidad social o en otros términos gobernar dentro de la diversidad ideológica.
Entre la realidad y la ideología pueden existir antagonismos, pero es la misión del gobernante, buscar agendas de acuerdo, por cuanto la política no es más que la apreciación de posibilidades y no la aplicación inflexible de doctrinas.
ADENDA DOS. Es tan arraigada la corrupción estatal que nos hace recordar el triste episodio cuando un presidente en ejercicio se dirigió a su bancada parlamentaria y les ordenó: «vayan y voten rápido antes de que los pongan presos.» El cinismo estatal en su mayor dimensión .
ADENDA TRES. Lo sucedido con la aprobación exprés de la reforma pensional por parte de la Cámara de representantes sin debate alguno nos hace concluir que el sistema bicameral a que alude la constitución sólo está consagrado en las letras de molde, o en términos coloquiales corporación apéndice de la rama ejecutiva. Será la Corte Constitucional la encargada de revisar este desaguisado jurídico.
Por: J.Ferney Paz Q – Exmagistrado