Literatos antioqueños del recuerdo

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Comparando la historiografía literaria y desde la lectura de los críticos, Carrasquilla fue sin duda, hasta los años setenta del siglo XX, el escritor mayor de la literatura colombiana en cuanto a calidad y volumen de obra narrativa producida, y en el manejo y riqueza de la lengua. También se puede decir que fue el primer escritor de oficio del país, porque quienes podrían compararse con él por obra producida y reconocida —como Vargas Vila, Osorio Lizarazo, Sanín Cano y otros— compartieron siempre el trabajo literario con otras actividades públicas, privadas o periodísticas que restaron aliento al oficio excluyente de la literatura. Carrasquilla, como reconocen sus críticos y biógrafos, dedicó toda su vida a la literatura y puso en función de ella los oficios que desempeñó, porque como sastre, concejal, juez, bohemio y tertuliador, era todo oído y observación atenta para captar el habla y el alma de quienes llegaban hasta él, sobre todo sus amigos y contertulios, pero particularmente sus amigas, (27) fuente nutricia de su obra.

8 may0 2022

Literatos Antioqueños del Recuerdo

Tomas Carrasquilla, León de Greiff y Fernando González

Por Héctor Mario Hurtado

contaremos sobre la narrativa antioqueña y algunos de sus creadores que han contribuido en términos precisos, impulsando nuestro desarrollo cultural con autonomía en relación con otras regiones del país y con características profundamente tradicionales.

Esta es una generalización que puede aplicarse desde los primeros costumbristas decimónicos hasta el narrador Juan José Hoyos. El primer texto narrativo que se encuentra es “El Montañés, un relato de Eliseo Arbeláez, escrito en 1.859, pero el verdadero inspirador de lo que ha sido la usanza antioqueña, en narrativa fue Juan de Dios Restrepo, a partir del cual y hasta Arturo Echeverry Mejía, se cultivó una narrativa tanto campestre sobre minas y cultivos hasta lo social; en los pequeños pueblos, que a través de la colonización iban apareciendo, bellamente matizados de costumbres y tradiciones de nuestro agreste y bienamado terruño.

Al final del siglo XIX y comienzo del XX representan para la literatura antioqueña uno de los períodos más fructíferos de su historia literaria —lo señalan Zuleta y De la Casa—en su libro LITERATURA ANTIOQUEÑA 1880 – 1930 y del cual, sacamos estos apuntes. Estos se han mostrado en casi todos los manuales de literatura colombiana como “La Escuela Antioqueña”, por el número importante de escritores que han tenido presencia en la vida política, cultural y literaria del país como: Tomás Carrasquilla, Camilo Antonio Echeverri, Rafael Uribe Uribe, Fidel Cano, Antonio José Restrepo, Epifanio Mejía, Gregorio Gutiérrez González, Baldomero Sanín Cano, Pedro Nel Ospina, Carlos E. Restrepo, Efe Gómez, León de Greiff, ,José Manuel Restrepo Vélez, Manuel Uribe Ángel, Marceliano Vélez Barreneche y Fernando González, estos últimos subrayados, quienes para nuestro orgullo son envigadeños de pura cepa y enorme influencia en el devenir de nuestro departamento y nación.

“Las publicaciones tuvieron mucho que ver con los escritores como las revistas: El Oasis, 1868; La Miscelánea, 1894; El Montañés,1897; Lectura y Arte, 1903; Alpha, 1906; Arte, 1913; Panida, 1915, Colombia, 1916; Cyrano y Sábado, 1921; Letras y Encajes, 1925; y los periódicos: El Espectador, 1887; El Bateo, 1907; El Colombiano, 1912; La Defensa, 1919), por las tertulias que se formaron (El Casino Literario, 1887; La Tertulia Literaria, 1891; Sociedad de la Bohemia Alegre, Los Alegres Bohemios, Los Búhos Estáticos, La Tertulia del Negro Cano), por las obras que fueron publicadas (entre las más representativas: Antioquia literaria, 1878, de Juan José Molina, la antología más importante del siglo XIX; Geografía y compendio histórico del Estado soberano de Antioquia, 1885, de Manuel Uribe Ángel, estudio aún no superado en su alcance; Frutos de mi tierra, 1886, de Carrasquilla; Repertorio Colombiano, 1896, primera publicación colombiana con fotograbados y fotografías; Grandeza, 1910, de Carrasquilla; Genealogías de Antioquia y Caldas, 1910, de Gabriel Arango Mejía, el más completo trabajo al respecto; Cancionero de Antioquia, 1917, de Antonio José Restrepo; además, cabe destacar la película Bajo el cielo antioqueño, 1925, importante por su recepción en la filmografía colombiana).3”

En esa época el reconocimiento de cualquier hombre provenía primero de su conocimiento de las artes, de su participación en las tertulias y colaboración en periódicos y revistas. Por eso no es extraño encontrar en los escritos académicos, científicos, religiosos y literarios de casi todos los escritores de ese entonces, múltiples referencias a los escritores e intelectuales más reconocidos, nacionales y extranjeros. Muchos de nuestros escritores habían viajado al exterior, aprendiendo las lenguas de los países visitados y otros, como Carrasquilla, quien leía autores extranjeros en su lengua nativa por motivación propia; algunos más, como Manuel Uribe Ángel, Sanín Cano o Juan José Molina, quienes se habían convertido en políglotas y por eso estaban en consonancia permanente con el mundo y lideraban los movimientos culturales regionales de la nación.

Comparando la historiografía literaria y desde la lectura de los críticos, Carrasquilla fue sin duda, hasta los años setenta del siglo XX, el escritor mayor de la literatura colombiana en cuanto a calidad y volumen de obra narrativa producida, y en el manejo y riqueza de la lengua. También se puede decir que fue el primer escritor de oficio del país, porque quienes podrían compararse con él por obra producida y reconocida —como Vargas Vila, Osorio Lizarazo, Sanín Cano y otros— compartieron siempre el trabajo literario con otras actividades públicas, privadas o periodísticas que restaron aliento al oficio excluyente de la literatura. Carrasquilla, como reconocen sus críticos y biógrafos, dedicó toda su vida a la literatura y puso en función de ella los oficios que desempeñó, porque como sastre, concejal, juez, bohemio y tertuliador, era todo oído y observación atenta para captar el habla y el alma de quienes llegaban hasta él, sobre todo sus amigos y contertulios, pero particularmente sus amigas, (27) fuente nutricia de su obra.

Carrasquilla y Mejía Vallejo como en la prosa, León de Greiff y Barba Jacob en la poesía, Baldomero Sanín Cano en el ensayo y Fernando González en la reflexión filosófica, son artífices de primer orden en el campo antioqueño a través de su historia y figuras cimeras en el panorama de las letras colombianas.

Bibliografía: Archivo el colombiano, Álvaro Tirado Mejía, Biblioteca Luis Ángel Arango, familia Gómez Agudelo, Fundación Antioqueña para los estudios Sociales-FAES-, Biblioteca Pública Piloto. Literatura Antioqueña.

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