Fotografía: Cortesía El Colombiano
En las épocas de los años 70 y 80 disfrutar de los partidos de fútbol en los estadios del país y sobre todo en el Estadio Atanasio Girardot de Medellín, era un programa familiar y de todo un día, recuerdo con disfrute mi primer partido que fui por primera vez al estadio a ver al Nacional con otro equipo, donde el tío Arturo me invitó, quien estaba de paseo por nuestra ciudad y venía de los Estados Unidos, estuvimos allí, viendo el partido con mucho entusiasmo y lo pasamos muy bien, todo era calmado y los asistentes supremamente educados.
Eran tiempos de sano esparcimiento y de encuentro con muchos amigos, donde todos se respetaban y a pesar de tener diferencias con los colores había mucha amistad en las barras.
Hoy en día, las barras están más bravas que nunca, hay una tremenda desadaptación del ser humano, que busca en los estadios sembrar el terror y el odio, donde los hinchas se encuentran para matarse y destruirse por el color de una camiseta que en realidad no representa ningún valor para una persona sensata y donde primero debe de haber respeto por el contrincante.
Se han violado todas las normas en materia de seguridad y de responsabilidad por parte de los clubes, de las administraciones municipales y de las autoridades que tienen que ver con la seguridad en los estadios, ahora vemos como se matan, se acuchillan y las graderías se convierten en campo de batalla; donde los más fuertes y armados son los vencedores de una victoria amarga que enluta a muchos hogares.
Ahora las sanciones por parte de la Alcaldía de Medellín deben de ser fuertes y además se debe establecer ciertas reglas por parte de las autoridades a nivel nacional, para que esto no vuelva a suceder y que ojalá se neutralicen a estos desadaptados para que no vuelvan al estadio nunca más, y así acabar con esta triste realidad en el deporte.
Con lo que pasó ayer en el estadio Atanasio Girardot, mucha gente expresa no querer volver a un estadio, porque su vida va a correr peligro en cualquier momento y nadie le podrá garantizar su seguridad; qué pesar que todo ese disfrute del fútbol se pueda perder por unos desadaptados que siembran el caos por un partido que, a la final, nada importante van a ganar, solo sembrar el miedo y el temor en los hinchas buenos.
¡Que viva la fiesta del futbol en los estadios, pero en PAZ!
Por Héctor Mario Hurtado Díez