MUCHOS ASPIRANTES Y ¿LOS PROGRAMAS?

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A pocos meses de las elecciones para Congreso y presidencia de la República valdría la pena ocuparnos de los programas de gobierno que se expondrán por quienes aspiran a obtener el favor popular, si lo que se pretende es expresar con seriedad los graves y múltiples problemas que aquejan a la sociedad colombiana, latentes y profundizados en el presente.

De interés general resultaría conocer que piensan del momento actual, los resultados de un gobierno más dedicado a la confrontación, al dogmatismo gubernamental, diseñándonos sus ideas para generar soluciones a los factores generadores de violencia, en especial con el conflicto armado, si la fanfarroneada paz total ha tenido éxito, que exponen para enfrentar la delincuencia común que viene azotando gran parte del territorio nacional que se constituye en elemento disolvente del bienestar social.

Más que diatribas y expresiones ofensivas, es obligación de los aspirantes presentar sus programas de gobierno, sin afrentas hacia la campaña del contendor, y menos aún utilizar mecanismos de desprestigio, de la conseja, el rumor y con encuestas amañadas con sesgos de favoritismo que mucho daño le hace a la voluntad popular.

El actual clima social, no está para la intemperancia verbal, tanto de unos, como de otros, y bien haría el gobierno central concentrarse en los variados problemas de un vasto sector de la población, con intervenciones centradas en la gobernanza y no con propósitos electorales, que ha llegado el momento de jugar limpio, que lo que ayer fue posible, no tiene por qué dejar de serlo en horas como las de hoy, que se requiere grandeza, lealtad con la patria y con los partidos.

El país y su clase dirigente, deben tomar conciencia de sus propias responsabilidades en esta etapa preelectoral, con candidatos que reflejen credibilidad social, si se desea transitar por caminos de progreso, paz y fraternidad y se pueda conquistar esa franja incrédula y decepcionada, de tanto promesero, que aprovechando el momento electoral, están más pendiente de sus propios intereses que los de la colectividad.

Ha llegado el momento de dignificar la rama legislativa, por cuanto debemos reconocer que ese estamento del poder público a diario se debilita, entrando en una especie de CAPITIS DIMINUTIO, por los llamados judiciales que de algunos de sus miembros viene recibiendo de la Corte Suprema de Justicia, que originan indagatorias, resoluciones de acusaciones, posibles fallos condenatorios, renuncias a la curul y reemplazados por ciudadanos con ningún respaldo electoral y totalmente anodinos en el ejercicio de la actividad política, cuando no es que acuden a la indisciplina de partido únicamente buscando una utilidad personal, ante el llamado de apoyo que les hace el gobierno , empleando la táctica de la política del menudeo.
El fariseísmo en pleno vigor.

ADENDA UNO. Abrigar la esperanza que el instrumento del voto sea ejercido correctamente para señalarle al país derroteros diferentes a los actuales, que triunfe la real democracia y no el poder del dinero, la propaganda publicitaria, la mañas electorales, la trashumancia y se dé una renovación en la institución encargada de expedir las leyes, en esta etapa de tanta convulsión social y política.

A propósito, ¿Cuándo se les oirá a los aspirantes presidenciales abordar y exponer sus tesis sobre la justica que tenemos?

ADENDA DOS. La gobernanza actual se debilita a diario, el orden público desbordado, la seguridad ciudadana en total abandono, las protestas se volvieron de nunca acabar, agentes policiales secuestrados en el sur del país, altos funcionarios de estado con cuestionamientos de orden ético, unas reformas aprobadas a través de maniobras parlamentarias inadecuadas, las quejas sobre la salud, nos hace recordar la frase del teólogo norteamericano. (James F. Clarke).” La diferencia entre un político y un hombre de estado, es que mientras el primero piensa en las próximas elecciones, el segundo lo hace en la próxima generación.”

A meses de la culminación del presente mandato, no hay intervención presidencial donde no actúe como jefe de debate, invocando las próximas elecciones, con la propuesta de un frente amplio que garantice la continuidad del actual proyecto de gobierno, si es que se tiene. Dispone de año y medio para que lo desarrolle y no frustre a un electorado que confió en ese imaginario programa.

Por: J. Ferney Paz Q – Exmagistrado

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