La historia de Beatrice Cenci

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11 de septiembre 2023
Por Óscar Moreno Mejía
Esta vez no se trata de la destrucción de las Torres Gemelas, sino de otro hecho histórico acontecido el mismo día, 11 de septiembre, pero de 1599, en la ciudad de Roma, que dejó muchos sentimientos de solidaridad y bastante de qué hablar, hasta el punto de haber sido mencionado en buen número de obras literarias, teatrales y musicales.

Ese día, una bella joven de la nobleza italiana, llamada Beatrice Cenci, fue enjuiciada por darle muerte a su padre, Francesco, un aristócrata que, debido a su temperamento violento e inmoral, más de una vez se vio envuelto en problemas con la justicia papal. Él había sido encarcelado por otros crímenes, pero gracias a la indulgencia con la que los nobles de la época eran tratados, el hombre era liberado rápidamente.

De acuerdo con la leyenda, Francesco Cenci maltrataba frecuentemente a su esposa e hijos, y viendo la belleza de su hija Beatrice, llegó al punto de cometer incesto con ella. Beatrice informó a las autoridades sobre los distintos abusos, pero nada sucedió, a pesar de que todos en Roma sabían qué clase de persona era su padre. Cuando Francesco se enteró de que su hija lo había denunciado, la envió junto con su madre lejos de Roma, a vivir en el castillo de la familia.
Hartos del comportamiento del hombre, los cuatro hermanos Cenci decidieron asesinarlo para poner fin a tanto abuso. En 1598, durante una de las visitas de Francesco al castillo, dos vasallos (uno de los cuales se había convertido en el amante de Beatrice) intentaron envenenar al hombre, pero fracasaron en sus propósitos, por lo cual Beatrice, sus hermanos y su madre adoptiva golpearon a Francesco con un martillo hasta matarlo, y arrojaron el cuerpo desde un balcón para que todo pareciera un accidente. Sin embargo, nadie creyó que la muerte de Francesco hubiese sido por un accidente realmente.

De alguna forma la ausencia del hombre fue notada en Roma, y la policía papal inició una investigación para determinar qué había sucedido. El amante de Beatrice fue detenido y torturado, pero murió sin revelar la verdad. Mientras tanto, un amigo de la familia, conocedor del homicidio, ordenó la muerte del segundo vasallo, para evitar cualquier riesgo. A pesar de todo, el complot fue descubierto, y los cuatro miembros de la familia Cenci fueron arrestados, encontrados culpables, y sentenciados a muerte.

Los habitantes de Roma, conocedores de los motivos del asesinato, protestaron contra la decisión del tribunal, consiguiendo un pequeño aplazamiento de la ejecución. Sin embargo, el papa Clemente VIII, contrario a su nombre, no mostró clemencia alguna, y el 11 de septiembre de 1599, al alba, la familia fue llevada al puente del Castillo Sant’Angelo, donde la sentencia se llevó a cabo.

Giacomo fue descuartizado y posteriormente sus extremidades fueron colgadas a la vista del público. Lucrezia y Beatrice fueron decapitadas con espada. Sólo el hermano menor se salvó de la muerte, pero aun así fue llevado hasta el sitio de la ejecución para presenciar la muerte de sus familiares. Todas las propiedades de los Cenci fueron confiscadas pasando a manos de la familia del Papa.

Para la gente de Roma, Beatrice se convirtió en un símbolo de resistencia contra el abuso y la aristocracia, y de allí surgió una leyenda que se conserva hasta nuestros días: cada año, en la noche antes del día de su muerte, ella vuelve al puente cargando su cabeza.

Stefan Zweig escribió en 1926 “Leyenda y verdad de Beatrice Cenci” en el que aclara que en el caso de Beatrice, hubo incesto, y quedó embarazada de su padre, lo que mantuvo en secreto. Stendhal también narra la historia de Beatrice. Igualmente, inspiró dramas a Shelley y Artaud, un relato a Alberto Moravia y alimentó el morbo de Alejandro Dumas. En el siglo XX, Alberto Ginastera y Alberto Girri le dieron rango de ópera y la industria cinematográfica italiana la convirtió en película erótica. El 11 de septiembre, resulta, entonces, un día luctuoso tanto para los romanos como para los estadounidenses.

O.M.M

Óscar Moreno Mejía

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