Murió Guillermo Mejía Mejía, exmagistrado

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Con mucho sentimiento registramos en el día de ayer 21 de junio de 2025, el fallecimiento súbito de nuestro amigo y colaborador, exmagistrado Guillermo Mejía Mejía, con quien sostuvimos una buena amistad, junto al periodista Armando Cardona Cataño, con quienes realizamos conversatorios en Envigado, en torno a la democracia, con el grupo de Enviletrados, apoyados por el Ministerio de Cultura y sus escritos publicados en nuestra Revista Viguerías Culturales, en la edición # 42 de ese mismo año.

El Dr. Mejía, era un gran jurista y colaborador del Directorio Liberal de Envigado y quienes lamentan su partida, por medio de resolución Nro 068. Desde la Dirección de esta Revista expresamos un sentido reconocimiento y lamentamos la pérdida de un gran hombre, amigo, padre y profesional en materia de derecho constitucional, damos nuestro sincero pésame a toda su familia. 

 A continuación, reproducimos una de sus ponencias, que aún cobra vigencia, la cual leyó en la Biblioteca y Parque Cultural Débora Arango en el año 2021.

LA GUERRA ETERNA 

Guillermo Mejía Mejía – Exmagistrado 

Definitivamente Colombia no sale de una guerra. Primero las guerras civiles del siglo XIX promovidas por líderes políticos que utilizaban las masas de campesinos como seres desechables que entraban al combate embrutecidos por el alcohol, armados de machetes, que libraban las batallas cuerpo a cuerpo y estas se convertían en una verdadera masacre. En la batalla de Palonegro murieron 6.000 combatientes entre liberales y conservadores. 

Se calcula que, en la violencia desatada a partir del asesinato de Gaitán, el 9 de abril de 1.948, también entre liberales y conservadores, se perdieron cerca de 350 mil colombianos

Cuando se creía que con la paz firmada con la guerrilla liberal en el gobierno de Alberto Lleras se terminaba esa guerra civil no declarada, comenzó la guerra con las Farc luego del bombardeo a los campesinos reunidos en Marquetalia, antiguos guerrilleros liberales que se habían refugiado en lo que Álvaro Gómez denominó las repúblicas independientes.

Esa ofensiva, la Operación Soberanía, lanzada por el presidente Guillermo León Valencia, que pudo ser detenida luego de que conocidos pacifistas como Orlando Fals Borda y 300 personas más que intercedían para que cesaran los combates, fue lo que dio origen a las Farc. Han sido 54 años de lucha entre la fuerza pública y la guerrilla, alimentada por otros grupos guerrilleros que seguían orientaciones de la China de Mao (EPL), de la Cuba de Fidel Castro (ELN) y de otro grupo guerrillero, no comunista, el M-19, que cometió la mayor atrocidad de esta violencia que fue la toma y asesinato de 11    magistrados de las altas cortes, 90 personas más y 11 desaparecidos, el 6 de noviembre de 1.985.

Y ahora nos queda la guerra contra las drogas. Las disidencias de las Farc y los elenos ya no pelean por defender una ideología marxista sino por el poder militar que da el control de los territorios donde se cultiva y procesa la cocaína.

Según lo dice Magnus Linton en un ensayo sobre la lucha contra las drogas en Colombia

“Cuando en 1972 Richard Nixon designó a la Comisión Shafer para evaluar las consecuencias de la política de drogas de Estados Unidos, sus conclusiones indicaron que no había conexión entre el cannabis y otras formas de criminalidad. Asimismo, determinó que el alcohol era más peligroso que la marihuana y que el uso personal de esta última debía ser descriminalizado lo antes posible. Nixon, que era un cristiano devoto de muy mal carácter, se puso lívido cuando la Comisión le presentó lo que él percibía como conclusiones «antiamericanas» y se descargó vociferando una de sus tantas creencias muy arraigadas: «Todos los desgraciados que están a favor de legalizar la marihuana son judíos»

En una larga entrevista de Caracol Radio con el embajador de los Estados Unidos, el pasado martes 27 de julio, este manifestaba, entre otras cosas, que Colombia era el principal socio de Estados Unidos y que existía una muy importante colaboración entre ambos países. Es obvio que la principal “colaboración” es la guerra que libra Colombia contra el narcotráfico que ha desbordado la capacidad del Estado para derrotar a los barones de la droga. El desplazamiento de los más de 4.000 mil campesinos en Ituango por la presión de los grupos armados ilegales no obedece a una lucha ideológica de las disidencias de las Farc sino simplemente a la guerra que libran los distintos grupos que tratan de controlar el mercado de la droga. 

La misma situación, o peor, se vive en la región del rio Telembí en el departamento de Nariño donde, desde el mes de mayo, se han desplazado 4.986 personas entre ellas 1.133 menores de edad, a los municipios de Magüi y Roberto Payan.

El asesinato de líderes sociales en el departamento del Cauca, especialmente en la zona de El Bordo, una vía necesaria para el tráfico de cocaína es ya definitivamente una batalla perdida en la que se producen asesinatos como el de Álvaro Narváez Daza, en compañía de su esposa e hijos menores, con ráfagas de fusil, un líder que propuso la sustitución de cultivos de coca por una siembra de limones que tenía asegurado el mercado.

En el caso de Ituango la ayuda ha sido mucho más efectiva pues se trata de un municipio que tiene hoy una importancia nacional por la construcción en su territorio del proyecto energético más grande de Colombia, Hidroituango. El ejército y la policía y la presencia de funcionarios nacionales y departamentales, con la ayuda de los organismos de socorro, seguramente le darán confianza a los campesinos desplazados para que regresen a sus veredas con tranquilidad, pero es bastante probable que esta solución será transitoria porque el Estado colombiano no está en capacidad de copar los territorios que dejó la antigua guerrilla de las Farc. Una vez instalados nuevamente en sus hogares, con la vigilancia de más de 400 hombres del ejército y la policía, los campesinos verán que dentro de pocos días los soldados y agentes policiales regresan a sus cuarteles pues la fuerza pública no está en capacidad de garantizar su permanencia en la región debido a que tienen que proveer la alimentación y toda la logística militar para mantener esa vigilancia, la mayor parte de ella mediante el transporte aéreo en helicóptero. Y el ciclo se repetirá hasta el hartazgo porque el negocio del narcotráfico, pagado en dólares por los consumidores norteamericanos, no cesará mientras los narcóticos sigan prohibidos.

“La mala hierba” fue una novela escrita por Juan Gossaín y adaptaba a la televisión en 1.982, donde se narran los asesinatos, la violencia y la pérdida de la guerra a manos de los narcotraficantes de marihuana de la época. Después de 40 años, la yerba no es tan mala y las 10 mejores variedades se cultivan en California, Estados Unidos: Blue Dream, Gelato, Purple Punch, Weeding Cake, Original Glue, Jack Herer, GSC, Sour Diesel, Granddaddy Purple y Shebert

Hace 40 años Colombia puso los muertos y los gringos se llevaron las semillas, las mejoraron y ahora disfrutan de las delicias de la cannabis. 

Ya la extradición no asusta a los narcos pues los norteamericanos negocian con ellos a cambio de información, les modifican la identidad y los dejan viviendo como testigos protegidos disfrutando del sueño americano. Y aquí seguimos en la guerra eterna.

Ponencia para el conversatorio “Conflicto y Consecuencias de la Violencia en Colombia”, 18 de agosto de 2.021 en la Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango, Envigado, Antioquia.

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