10° Encuentro y sus resultados 2022

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La literatura se convierte en una herramienta propicia para fundamentar a jóvenes ciudadanos que le apuestan a la armonía en las relaciones interpersonales de una sociedad que evoluciona y coexiste con la naturaleza y el medioambiente, siendo esta relación muy importante para el sostenimiento de un sistema con equidad social, protección al medioambiente y de justo reconocimiento, como el gobierno de nuestro Alcalde de Envigado Braulio Espinosa Márquez, donde “Juntos Sumamos” y al cual le agradecemos su apoyo en las letras, las artes y la cultura, obviamente con el apoyo de la Secretaría de Cultura dirigida por Ruth Verónica Muriel López.

Héctor Mario Hurtado Díez – 5 enero 2023

Es a través del Arte y la Cultura que las comunidades y más la nuestra, que es cuna de grandes hombres ilustres, como el Maestro Fernando González y la pintora Débora Arango y muchos más,  le han dado brillo a la patria, transcendiendo en sus ideales y en sus metas, en el espacio y en el tiempo, y por eso mismo hemos querido transcender dentro del municipio de Envigado a nivel Nacional e Internacional, en el ámbito artístico y cultural como gestores de propuestas que logran transformaciones significativas con un impacto cuantitativo y cualitativo.

El 14 de octubre de 2022, en la Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango, administrada con excelente servicio, Comfenalco, nos reunimos con los profesionales de la literatura y del arte, y a través de este encuentro pudimos reverdecer en nuestra decisión de continuar en este amplio mundo de las letras para unir nuestra voz a un universo que hace falta sumergir en la poesía y las artes a fin de encontrar un mundo mejor.

A continuación, El segundo segmento de escritos, cordial saludo para todos y todas, los que intervinieron y amablemente aportaron su granito de letras.

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Mortal necesidad

El agua:Mi cuerpo vertido suavemente entre tus resecos labios podría enloquecerte, rato ha no paladeas algo de tan pura exquisitez como yo. Mi líquida lengua para tus áridos laberintos, se transformará en multiplicados arpones, en hondas espinas. Soy dulce y fresca, pero también densa y pesada. Convertida en agonía recorreré tu aullante pradera mientras me gozas. Hasta convertirme dentro de ti en caudal de muerte, como un manantial inagotable invadiré tus valles, llanuras, entregada en alas de felicidad. Embebida en la dolorosa embriaguez que tu misma insatisfacción provocará por aferrarte a mí, enloquecida, no desearás separarte de la inefable frescura de mis diamantinas lianas. Te ahogarás. Mi vapor puro como la cima de una montaña, cegará tu mundo imperioso cifrado solo en la necesidad. En vano agotarás mi cuerpo incesante, caro lo pagarás. Los poros de tu frágil carnadura no resistirán el vigor de mi volumen, no soportarás la inundación de mi cielo, me pasearé dentro de ti como un naufragio de luz.
 
La sed: No te ufanes vanamente. Eres solo saciedad para la voracidad de mi ansioso fuego. Mis venas y arterias, para su reinado inagotable tu escurridiza simiente las revivirá cuando las solicite, respondiendo de inmediato a mis órdenes. Para tu puritana existencia seré un huésped incesante, un vértigo inagotable.

El agua: Las nubes de donde provengo jamás las poseerás, nadie las ha domado nunca. Reventará de gozo tu morada la infinita música del lago, torrente, cascada, cada cambiante forma que puedo ser con mi voz se tornará indetenible. Sucumbirás bajo el suave y blanco látigo de mi delirio convertido en relámpago de granizo. Vaticinado está que así será. Abandona tu afán de poseerme. Te conviene dejarme en mi acequia, a mi manera discurriré, lenta y sinuosa por el musgo verde, canturreando como una virgen azul, divina como el cristal. Puedo reír también a borbotones, no quieras aprisionar mis átomos. No quieras atar mis extensas manos, No ansíes apresarme, sería tu perdición, podría convertirte en abismo.
 
La sed: El destino de mi reino se arremolina, ensancha sus horizontes, completamente libre donde quiere y cuando lo precise. Es frágil y fugaz tu presente entre las garras intensas de mi tiempo. Tú serás siempre una breve estación para la abierta flor sedienta de mi vida que alienta su vuelo en las vastedades del fuego. Te haré mía cada vez que lo necesite, cada vez que me plazca.

EDGAR TREJOS

Poeta, Escritor. Activo tallerista de escritura creativa.

El Cucudrulo

Fotografía crédito a Juan Gómez

Estaba sentado en la banca de espera, concentrado en la pantalla que anunciaba los itinerarios de los vuelos, entre el sofoco y olor a  keroseno, sonaban unos rústicos y ruidosos abanicos de techo, con cables a la vista, con frecuentes remiendos de cinta aislante con sus aspas de tal vez un color verde que el polvo  adherido a ellas no dejaba ver bien, sentía que  amenazaban con caerse, lo que hacía que desviara mi mirada hacia ellos con bastante frecuencia, solo por precaución. Apenas lograban mover el aire de ese calor húmedo de la selva pacífica donde la piel se torna sudorosa y pegajosa, la tela de lo poco que llevas puesto sientes se te pega a la piel, aumentando la sensación de calor. El susto fue fuerte pero breve, pues a pesar de sentirme atacado por mi espalda, de sentirme asaltado, en un instante al sentir unos brazos que me apretaban lo suficiente fuerte para inmovilizarme, sentí unos brazos cálidos, de una piel blanca, seca  y rojiza a la vez, muy poblada de grandes lunares y manchas carmesí producidas por el sol, que terminaban en unas manos grandes con unos dedos gruesos, algo callosas y bastante ásperas, que hablaban de su trabajo allí.

Sentí desde atrás su cara algo sudada contra la mía, seguido de la exclamación “Birdy marica que alegría volver a verte”, me incorporé, me volteé para verlo de frente y terminar el abrazo de mi parte, te veo muy bien comento reparándome muy sonriente como siempre lo conocí, sí le respondí, igualmente con una sincera sonrisa por la emoción de volver a verlo, la verdad le dije la vida ha sido bastante generosa conmigo. Sin entrar en detalles le pregunté como la estaba pasando, mientras mentalmente hacia mi propio diagnóstico.  Lo vi muy delgado, su indumentaria no decía mucho de su condición económica pues en esa zona unas sandalias, una pantaloneta y una camisilla delgada sin mangas era la usanza de todos los lugareños.  La verdad casi no lo escuché,  todo pasó muy rápido, veía una ráfaga de imágenes de carcajadas, mezclada de ejercicios de respiración abdominal, de resonadores de la voz en el escenario,  de largas caminatas nocturnas por la ciudad, divagando y construyendo sueños de teatreros, que mezclados con ron, fragmentos de textos de cualquier personaje, yendo de bar en bar nos llevaba  algunas veces a la casa de cada cual y otras muchas veces  a un  escenario más coherente con los precedentes eufóricos del momento. Era la taberna y el ático de Dionisio al que se llegaba luego de subir una larga y empinada loma, una de las más empinadas de la ciudad, la loma del Chocho. Muy diferente de lo que encuentras en un bar, que es el licor, allí además siempre había pescado fresco traído directamente desde El Valle, que  acompañábamos con  papas a la francesa que nos calmaba  el hambre  después de una tarde de ensayos, sumados a una buena dosis  de licor lo que nos daba el aliento necesario para seguir en la bacanal.

La verdadera fiesta para nosotros   empezaba realmente cuando se cerraba la atención al público y se despachaba al último cliente, entonces se abría el telón, se cambiaba el escenario y la música, infaltable Queen, pasando por sones y rones, la nueva trova cubana, Chico Buarque, Héctor Lavoe, Willie Colón y lo que nunca podía faltarle a Tavo la ópera de Carmina Burana que interpretaba, danzaba y actuaba  con vehemencia y  una voz que salía del fondo de su alma, era una escena que se repetía todas las noches de esas bohemias y todos siempre, siempre, aplaudíamos.  El escenario era una burbuja flotante entre humo, y claroscuros de imágenes de color pastel y sonidos distorsionados, distintas mujeres que bailaban para sí mismas, actuaban, se mezclaban sensualmente, algunas de ellas conocidas, otras apenas se habían unido en el camino de la peregrinación bohemia de bar en bar hasta llegar al Cucudrulo y su ático, donde culminaba el éxtasis y el clímax de idílicos amores jurados allí eternos, usando fragmentos de poemas traídos por las musas, el ron, la hierba, la piel  y la música.

Todo era bello, armónico, amoroso, idílico, hasta que sin piedad nos golpeaba en la cara un rayo de sol que se adentraba por alguna ventana abierta, sumado a la bulla lejana de motores de autos y camiones trajinando por esa loma…así la burbuja estallaba…ya solo quedaba la resaca y una luz enceguecedora. Así volvíamos cada uno a ser cada cual, las que hasta hace poco fueron las ninfas más entregadas y amadas, eran apenas unas conocidas que solo con silente hipocresía, esperábamos mutuamente despedirnos lo más pronto posible, para tal vez no vernos nunca más, esa escena se repitió muchas veces, varias veces en el mismo escenario, con distintos personajes, actores, actrices, atuendos, texturas, olores maquillajes y pieles durante algunos pocos años. ¡Ultimo llamado para abordar el vuelo!  volví al escenario real, la sala de espera del aeropuerto, lo abracé ya con nostalgia y nos despedimos, esta vez para siempre. Me dio un beso en la mejilla y sin nadie verlo lloré por dentro, pues sabía que no lo volvería a ver, sería esta la última vez. Otra vez se repitió en mi mente ese funesto presagió, me asaltó de nuevo, igual como ya me había pasado con Gilberto, con Jorge, con Facundo y ahora con Gustavo….siempre igual se repetiría la escena,  unas pocas semanas después me enteré de la noticia.

Había preguntado por él al llegar al aeropuerto en El Valle, pero nadie me dio razón, no podía detenerme, había seguido mi destino de viaje, tenía que abordar una lancha y salí con algo de nostalgia, de no haberlo podido encontrar en ese momento.  El encuentro fue de solo unos pocos minutos y la despedida fue para siempre.

Por Héctor Otálora

Poemas de Francisco Nicolás Salazar

Ante su Presencia

Crecen desde el jardín que sembré

flores blancas que rasgan el aire y lo hacen sangrar.

La recuerdo silenciosa e ingrávida como una nube,

la recuerdo lloviéndose sobre mis brazos

la recuerdo en el fuego, crepitando en las piedras del paraíso, mientras gemía en lenguas extrañas al incinerarse en su presencia: no animal rendido no fuego lacerante no, no viento furioso no, era un idioma profundo rompiéndose en su presencia

Ante El un fuego sin sombra ardiendo el asombro

Ante Él era dejarse desaparecer

volver a ser

dejarse Florecer.

Poema del libro “Tocatas Bajo El Insomnio”

Francisco Nicolás Salazar

Al Eterno.

Cuando pases amor de 5:00Am frente a esta intacta pretensión de viento abriré mi alma y cenaremos juntos

Para vos he descubierto un camino sin estrenar aún que entra y sale del olvido

Vos tendrás al descubierto el limpio rostro de mi duelo, para que vivamos una muerte distinta a la de siempre.

Poema del libro “Navegación Nocturna” De Francisco Nicolás Salazar

Tengo un espejo que me inventé.

En el siendo un niño, abrí la puerta de la casa y el bosque se me vino encima.

Me hice un abrigo con los olores cuando voló la lluvia

Creo que no volví a casa

Nunca me volvieron a ver las cosas con las que escribí en el aire, ni aquella guitarra sin cuerdas con la que aprendí a escuchar el silencio de la música

Un destiempo en que le hacía la cirugía plástica a una oruga apareció el Eterno Enamorado y entre bosques con olor a berenjena en sus hombros me llevaba

El canto de los manantiales arremolinó hasta el fuego de su sonrisa

Larga

Y sin rostro

Y sin extremidades

Se espejó en mi inocencia Su alegría.

SARA CHÁVEZ CASTRILLÓN

Joven escritora nacida en Envigado.

Bachiller del Liceo Manuel Uribe Ángel.  

LA AMABA


La amaba. La amaba más que a nada, la amaba mucho más de lo que se amaba a sí misma. La amaba, o quizás solo amaba el hecho de que ella la amara. Amaba aferrarse a ella, amaba estar a su lado, amaba necesitarla, amaba que ella la necesitara.

Amaba sus gritos, amaba sus golpes, amaba sus ataques de ira, amaba el hecho de que la lastimara, amaba que la lastimara, amaba que la usara para desquitarse, amaba que la tocara aunque le suplicara que no lo hiciera, amaba cada uno deseos aspectos, porque significaban que nunca iba a dejarla, que la amaba tanto que haría lo posible para mantenerla a su lado.

Amaba tenerle miedo, amaba querer huir de ella, amaba querer gritar  por ayuda. Amaba sentirse de esa forma, porque significaba que por fin había encontrado a alguien que la amara de la única manera que alguien podría hacerlo.

La amaba… O quizás no lo hacía, ¿qué importaba? Finalmente había encontrado a alguien que no la abandonaría, finalmente conservaría a alguien en su efímera vida.

EXTRAÑO
Y siempre me han definido en una palabra: extraño. Lo he sido incluso para aquellos a los que desconozco y para los que soy un extraño. Pero en realidad nada de eso importa, porque me extraño. Extraño a aquel niño que para muchos era extraño, incluso para los que él llamaba extraños y le parecían extraños. A ese niño extraño, a ese niño al que hoy en día yo le parecería un extraño.

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