La historia del Parque Principal de Envigado: Marceliano Vélez

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Iglesia Santa Gertrudis (fotógrafo anónimo) 1902.

Por: Luis Alberto Restrepo Mesa

Administrador, concejal de Envigado, Miembro del número y tesorero del Centro de Historia de Envigado, gran escritor de la historia de Envigado, ya fallecido.

En relación con la parte urbana, aparecida con la creación de la parroquia de Santa Gertrudis y con ocasión en la cual se señaló el lugar para la construcción del templo y el trazado inicial de sus calles aledañas, se adaptó lo que era real, la cuadricula española (damero), rectangular y simétrica. Cabe pensar que las casas iniciales debían ser de estilo español, vale decir, con sus paredes de tapias, con puertas, ventanas y una armazón de techo de madera rústica para soportar el esterillado de cañabrava y boñiga sobre las que descansaban las tejas de barro española. Esas casas eran de un sólo piso, habían dos de dos pisos, situadas en el marco del Parque principal. No se descarta que algunas eran de paja, el trazado de las calles era rectangular, estrechas y simétricas, como lo pudimos ver hasta el año de 1.975 cuando fueron ensanchadas por la administración de la época, por el sistema de valorización, en la zona céntrica.

Hay rastros y archivos de las familias que formaban el censo de la ciudad y que algunas de ellas tenían sus fincas en la parte rural, y su casa de habitación en la parte céntrica de la ciudad cerca al marco de la plaza, para estar más cerca al mercado y a la iglesia; porque sus gentes eran católicas. El pueblito fue creciendo muy despacio para luego aparecer las casas de dos pisos que adornaban el parque principal, se empezaron a empedrar sus calles, su atmósfera sería igual a cualquier pueblo español; las leyes de aquel entonces daban las normas para la fundación de pueblos; de igual manera que en los pueblos de España. Hay que recordar que en la parte oriental del pueblo quedaban las mejores maderas para la construcción de sus casas y de las vigas para hacer los puentes, de donde se origina el nombre del Envigado y el Envigadito, sobre las quebradas la Mina y la Sucia sobre la carretera que conduce hacia Sabaneta, es por ello donde le viene el nombre al Municipio de Envigado. Esto contribuyó a darle popularidad al municipio desde el siglo XVIII, porque hay referencias del archivo “El Rastrojo de Embigado”, como un sitio o soto bosque situado al pié de la selva, con importantes vigas para el desarrollo del pueblo y que también fueron utilizadas para la construcción de viviendas en Medellín y pueblos circunvecinos.

El crecimiento de Envigado, en lo urbano, desde el año de 1.775 hasta el presente ha sido lento por la penuria económica de sus habitantes que solamente vivían de la agricultura, de la arriería y muy poco la minería; en el siglo pasado sus gentes trabajaban en las industrias como obreros, las guerras como la de los mil días había sumido en la mayor pobreza a las regiones.

 Podemos ver cuando se construyó de nuevo la iglesia principal en el año de 1.859; los trabajadores se paralizaron a nivel nacional y Envigado fue un pueblito sin mayor significación física  y relativamente pequeño, sus calles empedradas, sus gentes descalzas, casas de un solo piso, como todavía  vemos la Casa Cural, algunas escuelas, algo de comercio en la parte urbana, la mayoría de las casas eran con piso de ladrillo, otras de tierra pisada, algunas más a la entrada principal eran empedradas, y éstas poseían pesebreras para los animales.

EL MARCO DE LA PLAZA

En el costado norte de la Plaza, estaba el almacén Vélez Puerta, de don José Vélez, y la lavandería Santa Fe era la única de lavado en seco; era de dos pisos y antes era de don Carlos Restrepo en donde vivía don Siriaco Ramírez, quien regaló a la iglesia el Resucitado, quien lo tuvo en su casa diez años y cobraba a los habitantes por verlo; en esa propiedad de de dos pisos se hacía anteriormente las manifestaciones políticas; luego estaba la casa en donde vivió el médico Alberto Robledo Clavijo, destacado director  de los seguros sociales; enseguida la casa de doña Josefa Correa,  llamada el palomar, un salón de Billares que en el año del 2.008  cuando se estaba construyendo el edificio de la esquina  cedieron sus cimientos y se derrumbó; en la esquina quedaba el café o bar  Aventino y enseguida el almacén Popular de Jorge Álvarez, que lo llamaban “garrote”.

En el costado sur, estaba la famosa  farmacia Sucre, de propiedad de don Esteban Vásquez y su hijo el “negro” Vásquez, su nombre era Jorge y su especialidad la de sacar muelas con dolor, y cuando una persona tenía dolor de muela, la receta, era que fuera donde el “negro” Vásquez y allí se lo quitaban con otro dolor más fuerte; la hostería de Envigado donde quedaba la famosa casa de Cosiaca, que era la casa donde vivía don Esteban Vásquez, allí estaba la terminal del tranvía de Envigado. Luego la papelería “Vicar” de don Vicente Carbajal, la tienda de don Efrén Uribe, quien era el encargado de darle el maíz a las palomas; luego el almacén de Teresita Uribe prestante dama que pertenecía a todas las juntas piadosas de la iglesia; enseguida la casa de donde habitó Marco Antonio  Ochoa  que antiguamente era la Casa Cural del Pbro. Cristóbal de Restrepo y en donde quedaba la primera fábrica textil del primer párroco y en  el primer piso estaba situada la tienda de don José Manuel Arango y en la esquina el famoso negocio “la yuca” de propiedad de don Pacho Díaz,  casado con doña Evangelina Restrepo,  hoy en día, desaparecieron esas propiedades y está construido el edificio Plaza,  un moderno edificio que le da un aspecto de lujo a la ciudad.

En el costado occidental está la Puerta del Sol. En la mitad de ese costado estaba la antigua bomba de gasolina de Miguel Mejía Echeverri, luego se situó en ese lugar los asados Bartolo, el almacén de electrodomésticos “Electrobello”, el bar la Macarena y en la esquina está ubicado el edificio Quórum de muy reciente construcción.

En la parte occidental del Parque Marceliano Vélez, quedaban los más famosos edificios antiguos del Municipio, fueron arrasados por incendios sucesivos en el año de 1.950, el día 21 de enero, la acreditada Macarena quien sufrió el implacable fuego de las llamas a las 12:30 del medio día; en aquella fatídica tarde, se destruyó uno de los edificios más antiguos y el 1 de mayo de 1954 a las 8:30 de la noche se incendió la Puerta del Sol, otro de los viejos edificaciones del Parque. Hoy observamos en el lugar varios edificios de tres plantas muy elegantes dándole un aspecto confortable a la Plaza principal.

En la esquina donde estaba situado el almacén Vélez Puerta, también sufrió un voraz incendio, allí se encuentra actualmente un moderno edificio construido por don Pacomio Vélez (quien fuera el dueño de Pavezgo) y el cual se lo vendió al señor Pablo Escobar. A los dueños de esos apartamentos se los quitó el gobierno empleando para ello la ley de extinción de dominio por intermedio de la división de estupefacientes, adscrita a la fiscalía general de la Nación.

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EL VERDADERO PARQUE

Está enmarcado en sus alrededores por sus famosas ceibas centenarias que hoy se encuentran resembradas, las antiguas murieron al cabo de los años, en la esquina donde quedaba el almacén Vélez Puerta, había una gigantesca Ceiba en donde se hacían los altares de San Isidro para la iglesia de Santa Gertrudis; allí quedaba la caseta de la flota de taxis don Miguel Restrepo llamada transportes Restrepo y era manejada por Álvaro Mejía (Limber) quien era el administrador de tan importante empresa de transporte. Cuando desapareció la Ceiba la administración municipal mandó sembrar un pino, cosa que le chocó al presidente del Centro de Historia, doctor Alfonso Mejía Montoya y le envió una comunicación diciéndole al señor alcalde que Envigado es la ciudad de las ceibas y que ese pino era un atropello a la ciudadanía, y como no le hicieron caso, le mandó vaciar una botella de petróleo  para que lo secara, luego el mismo municipio hizo sembrar una Ceiba en ese lugar, cosa que no pudo agradecer el doctor Mejía Montoya, porque ya había fallecido.

El Parque tiene sembradas elegantes palmeras, los almendros justifican el salario de los barrenderos, por la inmensidad de hojas que caen de ellos, y les dan sombra a los habitantes que pasan sus tardes descansando en las bancas de granito que están debajo de ellos; en la mitad del Parque está instalada una rotonda con una pila de agua en bronce, solamente le falta la parte superior donde estaba un ángel niño, porque se la llevaron los amigos de lo ajeno.

En la equina sur oriental y al frente de la iglesia, cuando remodelaron el Parque, en el año de 1975, se pensó hacer un monumento a los espejos y terminó haciéndose una rotonda y  una pila con chorros de agua, y la calle que estaba al frente de la iglesia quedó convertida en un pasaje peatonal unido al Parque Principal, dándole un aspecto más amplio al atrio de la iglesia, buscando con ello que los carros no cuadraran al frente y de esta manera utilizar la zona como espacio público.

LA ESTATUA AL LIBERTADOR

En la administración del doctor Héctor Londoño, alcalde municipal, hizo instalar en el Parque Principal y por iniciativa del Centro de Historia de Envigado, la estatua al Libertador Simón Bolívar, el día 11 de agosto de 2.007, porque en Envigado no existía un monumento a su memoria y era uno de los pueblos de Colombia que no se le había hecho un homenaje al Padre de la Patria; la idea se había planteado hacía muchos años en el Centro de Historia. El doctor Mejía Montoya le sugirió a la administración hace tiempo colocar una copia del Tenerani, cuando se celebró el sesquicentenario de la fundación de Envigado, en el año de 1.975, como un acto principal de las efemérides, pero no se llevó a cabo. –  Hecho que fue muy lamentable porque el Padre de la Patria se lo merecía y con la conformidad que dio el doctor Héctor Londoño Restrepo, se logró hacerle una alegoría como homenaje a las mujeres de Envigado y un recordatorio a la contribución de uno de sus personajes más representativos como lo fue el Dr. José Félix de Restrepo, para lograr conseguir la libertad de los esclavos.

Dos hombres ilustres de Envigado, José Félix Restrepo y José Manuel Restrepo, fueron los primeros que hablaron de “la Ley a favor de los esclavos”; la mujer en gestación significa, la fecundidad de las matronas envigadeñas y el niño negro que aparece a un costado rompiendo las cadenas, significa: la libertad de los esclavos lograda por los propósitos y acciones llevadas a feliz término durante el gobierno del doctor José Hilario López por medio de la la ley que finalizaba la esclavitud el año de 1.875, cuya Ley en toda su totalidad se aplicó en Colombia, la cual contemplaba que no habrá más esclavos en Colombia. En las figuras alegóricas de la escultura se le recuerda a todos los envigadeños la contribución que el libertador le dio a quienes le ayudaron a la libertad de los esclavos de Colombia, la primera fue “la libertad de vientre” por José Félix de Restrepo, ilustre envigadeño. Ningún envigadeño al ver este monumento podrá olvidar el significado del mismo, que hoy en día le hace honor a la Ciudad Señorial.

REMODELACION DEL PARQUE

En el año de 1.975 el Honorable Consejo Municipal creó la remodelación del Parque Principal ya que el antiguo tenía unos andenes en la parte norte y sur, las mesas las atendían en su parte norte el bar Aventino, en la parte oriental, por sitio viejo; la parte sur por la Hostería y en la oriente por el Bar la Yuca.

El Parque era pequeño, antes tenía una verja de metal cuyas puertas se situaban una entrada por el oriente y la otra por el occidente. Esa verja pasó a ser colocada al frente de la escuela Fernando González, antigua escuela modelo para los niños.

Los bustos del prócer doctor Manuel Uribe Ángel, se colocaron en el interior del Parque, por acuerdo municipal en el año de 1.923, con motivo del centenario del nacimiento del anterior y durante el centenario del fallecimiento el del General Marceliano Vélez Barreneche, según acuerdo municipal que reza que desde esa fecha el Parque Principal, deberá llevar su nombre.

En el año de 1.945 la ciudadanía deseaba perpetuar la memoria del Pbro. Jesús María Mejía párroco de la iglesia de Santa Gertrudis e inaugura en el Parque Principal al frente de la iglesia un grandioso monumento y cuando se remodeló dicho Parque, en el año de 1.975, fue sacada del mismo y el Pbro. Eugenio Villegas la hizo instalar al lado de la entrada principal al templo, donde se encuentra hoy en día.

EL MERCADO DE LA CIUDAD

Dentro de las normas dadas en la Plaza Principal encontramos el mercado público, en éste se encuentran la compra y venta de los productos agrícolas, pecuarios y la variedad de mercancías, fuente de subsistencia para la población y permite fuente de entradas económicas para la administración municipal.  El mercado funcionó en el Parque Principal hasta el año 1.940, por acuerdo municipal cuando se construyó la Plaza de Mercado, dos cuadras más arriba del Parque Principal, y en el año de 1.890, se acordaron los días de mercado para los domingos y jueves; el domingo era el día de feria como parte del día de transición comercial hasta las cuatro de la tarde. El mercado en el parque principal tomaba la fisonomía de centro vital y de organismo legislador de relaciones entre el usuario y la administración municipal.

El 16 de julio de 1.941 fueron prohibidas las ventas en la plaza principal. La reiterada costumbre de sacar los mercados de la plaza no fue tarea fácil para la administración debido a las múltiples críticas de los ciudadanos que manifestaban que debido a eso se les había rebajado las ventas, pero el alcalde de ese entonces aprobó colocar solo cuatro mesas en el parque principal en un lugar más conveniente para atender a los turistas que visitaban la ciudad y especialmente de frutas buscando también ayudarle a las gentes para evitar esas críticas.

En el año de 1.917 las mesas para expendios de carne eran guardadas en una ramada que hizo la administración y los propietarios pagaban un arrendamiento de esas mesas, la personería tenía un empleado que se encargaba de la entrada y salida de las mesas que se llamaba Joaquín Montoya que lo apodaban (batuto).

EL FESTIVAL DEL MERCADO

La plaza de Santa Gertrudis se llenaba de gentes, eran fiestas patronales, las campanas repicaban y llamaban las gentes y acudían desde el Salado, Rosellón, el corregimiento de Sabaneta, el Changüí, el chocho, la Sebastiana y todos los barrios de Envigado, todos bajaban con sus trajes galanos, sus ruanas de paño de ballesta, pochos y muleras, algunos de carriel y sombrero, los que se morían como rezan los libros de la parroquia se iban de repente de consunción, de reumatismo, de ataque de orina o simplemente de viejos.

Acudían al mercado con los frutos de su tierra, algunos con sus huevos y sus gallinas, en 1.773 se hablaba de tomines, castellanos y gramos al paso de los años ya se hablaba de reales, decimos y escudos de los cóndores y centavos y en 1.930 ya circulaban las circanas de plata, las libras esterlinas y las morrocotas, el dinero era escaso en los guarnieles, pero la fe y honradez

Abundaba en los corazones. El enjambre se agitaba entre los toldos de carne repletos de espinazos y pezuñas debajo de las mesas los costales de fique llamados ojianchos llenos de hojas de biao  o de congo para envolver la sal de guaca para salar la carne y se conservara, no se hablaba de litro ni de kilo si no de pucha, almud y el cuartillo, se encontraban las callanas de barro para asar las arepas, se hablaba de maíz blanco, amarillo y de capio, eran obligados los puestos para vender cositas, aparecieron los confites de banana y menta, los bombones de coco, las colaciones de corozo, las panelitas de coco y las de naranja agria y lo más importante los clásicos bocadillos envigadeños.

No podía faltar el jabón de tierra con su característico envoltorio de capacho, el auténtico azafrán de raíz, que se molían y se sacaba la tinta para hacer los chorizos y el sancocho,  el papelito rosado para el carmín que se untaban en las mejillas  las muchachas  y en los labios, el blanquete de talco los famosos precursores del maquillaje  femenino, eran obligados los puestos para el jarabe y el sirope, las fritangas de morcilla envigadeña, chicharrón y empañadas, el lujo estaba en los puestos de cacharro, como los espejos de bolsillo, las cuentas coral para la suerte de los niños, los collares hechos con perlas falsas y de vidrio, los perfumes  de pachulí que  les daban a las damas más elegantes del pueblo  por que los otros se bañaban con el jabón de tierra, los pañuelitos de seda y rabo de gallo, las candongas de crisocola, las estampas del ángel de la guarda, las del ánima sola, los cortes de coleta de  zaraza y de bayeta.

Lo más abundante eran los plátanos, las yucas y las arracachas, o sea los frutos de la tierra que eran abundantes.

Se apretujaban las gentes en la farmacia Colombia y sucre únicas farmacias del pueblo para comprar el ribarbo, las gotas de árnica, la cuasia, el elixir perigórico, y el aceite de quino podio que era el purgante para las lombrices, el frasquito de castor, la mata polillas.

A los trabajadores en las fincas les pagaban con la plata entre sus ruanas, ponchos y el rosado de los percales de las campesinas.

Al cura se le miraba como un señor bonachón con sombreros de teja pidiendo la limosna y regando bendiciones a diestra y siniestra e inclinando la rodilla para convencer a sus parroquianos, rezando los responsos para ahuyentar a los insectos que se comían la cosecha, conjuraban las hormigas y gusanos que acababan al ganado y con esto se ganaban las gentes y abundaban las limosnas.

Todo era bullicio y agitación al pie del templo, ya estaban santificados con la misa y perfumados con el rezo del avemaría y a las doce cuando sonaba el avemaría sonaban las campanas y las mujeres hincaban las rodillas y los hombres doblaban la cabeza y se quitaban los sombreros y todos murmuraban el ángel del señor a nuncio a María y el verbo se hizo carne.

A las cuatro de la tarde terminaba el mercado vinieron los viejos de pechera almidonada, de ruana y alpargatas y no quedaron más recuerdos si no una Ceiba, el viejo caserón de balcón aún lado y allá adentro en el sagrario nuestro amo como lo llamaron nuestros viejos abuelos.

Las leyes de indias tenían sus normas especificadas para la formación del pueblo las ocho cuadras a manera de un tablero de ajedrez con el parque en la mitad y al frente de la iglesia que forman la trilogía de lo que es su fundación. El parque, la iglesia y la Casa Cural, en donde viene a resultar la generosidad de don José Antonio Isaza Atuesta, que regala manzanas y media para la plaza, iglesia y sacristía más un lote para la Casa Cural y a si se veían el futuro recompensado cuando vendía los lotes o solares de las otras manzanas que componían el asentamiento urbano original, cabe decir, eso es un verdadero o negocio: A expensas de la iglesia a nombre de nuestro amo.

No resultó tan fácil la venta de los solares, porque hubo exhortaciones por parte del cura de la parroquia a los propietarios de los predios rurales para que construyeran sus casas en el pueblo y les quedara la iglesia más cerca para sus oficios religiosos, se hacían los remisos para la compra de los terrenos y seguían viviendo en la zona rural con sus comodidades, para ellos era difícil por la incomodidad para vivir en el pueblo. Cabe decir: el campesino para el campo por lo tanto en un principio no tenía muchas perspectivas, el campo les brindaba un mejor vivir, sus fincas les brindaba sus productos, sus frutos y una vida más sosegada para vivir. El primer templo tuvo una duración de 90 años y cuando fue construido por segunda vez la población era aún muy escasa.

El padre Cristóbal Restrepo como buen envigadeño estuvo al frente del templo durante 36 años hasta el 18 de septiembre de 1.812, su inteligencia bondad y espíritu emprendedor de una capacidad visionaria le habían trazado un norte seguro a Envigado que tanto amo. Noble y culta comunidad que con el tiempo ha llegado hasta donde ha llegado “honor a su memoria” porque en el año de 1.798 se realizó un censo de propiedades y el resultado fue: envigado con 46 casas de un solo piso, 1 iglesia y 2 casas de dos pisos con balcones, en el año de 1.808 Envigado tenía 40 casas de teja, 16 de paja y un templo.

  • La población en el año de 1.828 eran 8.975 almas
  • La población en 1.844 era de 4.312 almas
  • La población en el año de 1.864 era de 4.807 almas
  • Se deduce que la población en vez de crecer antes disminuía
  • El espíritu reservado y ahorrativo de los primeros pobladores españoles nos dejó ejemplo de las primeras constelaciones de aquella época, aunque sus hijos si correspondieron a sus familias, era familias muy numerosas que Vivian de la agricultura y la ganadería

LA CEIBA DE LA INTELECTUALIDAD ENVIGADEÑA

Con un sugestivo nombre se bautizó una Ceiba que quedaba ubicada en la parte media de la cuadra del sector sur del parque principal el escultor Rodrigo Monsalve Isaza la enorme talla realizada en el tronco de una de las ceibas  de 15 metros de altura que contienen 63 figuras de los personajes epónimos de la ciudad Entre los personajes tallados en la Ceiba figuran los rostros del filósofo de otra parte Fernando González Ochoa, de pintora Devora Arango Pérez, el médico Manuel Uribe ángel y del popular cuentista y personaje típico José García (Cosiaca), es lamentable que no se hubiera conservado esta Ceiba de la intelectualidad ya que en el existe las inclemencias del tiempo el peor enemigo de la naturaleza la pudrió y la administración municipal tubo que arrancarla y retirarla del parque, solamente quedo en los álbumes fotográficos el recuerdo de que existió como un recuerdo en la mente de los envigadeños. Un ciudadano de reconocidas facultades la remplazo sembrando en el mismo lugar otra Ceiba, para recordar la carta que le envío al alcalde el doctor Alfonso Mejía Montoya “envigado paraíso es la ciudad de las ceibas”. El ciudadano físico a quien me refiero se llama don Jaime Vásquez dueño del vivero enseguida del museo Otra Parte de Fernando González. En la parte oriental del parque y en las esquinas el Doctor Jorge Alberto Garcés, quien era el secretario de servicios generales fue el encargado de sembrar las dos ceibas que aún existen.

Son muchos los eventos que se celebran en el parque y que los realiza la administración municipal, allí se condecoran a los ciudadanos destacados anualmente en la semana de la cultura que se celebra en el mes de julio, también se hace en el mes de diciembre el pesebre tradicional y se reza la novena del niño por las secretarías municipales, se hace un majestuoso arreglo navideño que hace parte del patrimonio cultural de la ciudad hecho por las empresas públicas de Medellín y que es pagado por los ciudadanos en los recibos de catastro municipal y esto pone a Envigado como uno de los municipios de historia producida por los hombres y por los hechos humanos, suceda donde suceda y especialmente en el punto indicado o en el corazón de la ciudad como la tierra prometida la tierra de la historia “Envigado paraíso, la ciudad de la Ceiba”.

También se celebra en el mes de junio el festival del tiple por la corporación que lleva su nombre en donde vienen a la ciudad tradicionales conjuntos típicos y destacados artistas que le dan nombre internacionalmente a la cuidad de Envigado.

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