La palabra debe tejer sociedad, edificar seres humanos

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Por: Yuliana Berrío Osorio
Columnist, Marketing Assistant
IIIAC_UR_YulDaz

Son pocos, …, los que identifican el don y el poder de la palabra, en medio del debate, discurso u oratoria. No se es pensante, ni se es sabia, pero he de reconocer que el sonido de la mala palabra sobre una falacia, indica dolor en la oscuridad y en el olvido, envenena, asesina, sepulta y a lo sumo traiciona, …, esta se hace buen sentido a quien lanza o la escupe, irradia odio, tirria e ira, solo por un placer frente al egoísmo, la egolatría, la misantropía; la palabra mal usada puede destruir una familia, una nueva vida, acabar con la tranquilidad de toda una sociedad.

La palabra un don de poder, que se hace un arma letal destructora, un misil; la palabra de hoy, acaba con la paz, la armonía, la lealtad del amor, la honestidad de la mirada limpia y sincera; la palabra es fría, sin sentido, como lo afirma BERRIO, «Una buena palabra teje sociedad, si es atada a una tautología, si es afiliada a una falacia, no deja piedra sobre piedra, sobre el principio y la razón de un ser social y humano» (2025)

DAZA «La palabra mal usada, destruye la inocencia de un niño, la integridad humana, la edificación de una familia.» (2017)

En ocasiones no se les da importancia a las palabras necias, aquellas palabras que cortan como el filo de una bayoneta, que hieren, y estas las justificamos su proceder, para cuidar la relación e interés que se lleva sobre su sentido y significado, la miopía de la conciencia humana, nos hace sordos, y olvidamos su ruido, ese vil daño.

La humanidad del hoy, el mal uso de la palabra, ya es una cultura impregnada, causa la deshumanización, lastima la existencia del alma, el espíritu y el cuerpo, pisotea esa triada del ser humano, inhuma el ideal de una sociedad, discrimina todo principio humano.

Si se habla de la deshumanización y la discriminación social y humana, como ese acto inhumano, que está ligado en el alma y en el espíritu amarrado a un hilo, frente a los actos y a las acciones irracionalidad e inconscientes sobre el mismo ser, deja de existir DIOS, y rompe las cadenas del bien, en medio de un lenguaje metódico, práctico y natural, que ni su propio subconsciente lo reconoce, solo sepulta su moral y su ética sin ser, esta es la mirada del hoy respecto al uso de la mala palabra, la ética y la moral, dejan de existir.

Es complejo escribirlo, pero «El ser humano de hoy, da y presta atención a la difamación, insidia, calumnia y al escándalo atado a las palabras amarillistas, envuelven estas palabras como si fuesen tautologías, sin importar el dolor de DIOS, …, ¡Que corra sangre, si es el caso…, que se lapide la razón y la verdad sobre la supuesta libertad!… Así lo expresan muchos, despedazan sin piedad el papel de la vida.

El mal uso de la palabra, debilita el tejido y la cohesión social, una fenomenología que cada día y noche que pasa toma más fuerza y poder en la vida social, y se afilia como un estilo, costumbre, cultura, todo ello, solo me queda decir: ¡La palabra debe encaminar al individuo, a trasmitir ideas que tejan la conducta y acción humana, a comprender el sentido de la dignidad humana, abrir las alas a la esperanza del ser humano e infundir la ilusión del sentido de la vida desde el servicio humano y social, para así darle la entrada a la tranquilidad de la conciencia humana!

Revisado por:
Columnista, IIIAC – UR – YulDaz

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