Optimismo sí, más no triunfalismo

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Imposible negar el desorden político administrativo por el que atraviesa el país, por la infiltración de agentes extraños al debate electoral en diferentes zonas del país, la infinidad de partidos y movimientos políticos con personerías jurídicas reconocidas por un cuestionado Consejo Nacional electoral en mora de ser sustituido o reformado a fondo, el debilitamiento de los tradicionales partidos políticos que han sido el soporte de la poca democracia que nos queda, un legislativo desconectado de la realidad social, olvidando su tarea misional de ejercer en debida forma el control político, una justicia morosa y congestionada como la ausencia de una cultura política íntimamente ligada a la instrucción pública, hoy en una decadencia absoluta.

A pocas horas de las elecciones territoriales en donde se renovarán los Concejos municipales, Ediles, Asambleas Departamentales y se elegirán alcaldes y gobernadores, lamentablemente los programas de gobierno con contadas excepciones fueron desestimados, reemplazados por la diatribas, expresiones coloquiales, acusaciones mutuas de inhabilidades de sus contendores, hasta el punto de publicarse un informe oficial (of. de la transparencia) que alude a 500 aspirantes a las diferente corporaciones presumiblemente inhabilitados para ser elegidos.

No se debe olvidar el viejo proverbio que en la puerta del horno se puede quemar el pan, que debe estar presente en cada uno de los aspirantes a los diferentes a cargos a elegir, tener optimismo en el triunfo sí, pero moderado, sin confundirlo con el excesivo triunfalismo de algunos que ya se ven elegidos, olvidando ingenuamente las veleidades de nuestro sistema electoral, así como las decisiones de última hora del elector, solo amparados en unas encuestas con márgenes de error, desconociendo que la única valedera es la que arrojen las urnas el 29 de octubre a las 6pm.

Esta fecha servirá de termómetro para medir la confianza ciudadana frente al gobierno central, sus políticas y reformas propuestas, unas convenientes, otras no tanto, al manejo de la paz interna, su sinuosa política exterior, sin desconocer que seguramente viene apoyando a candidaturas afines a sus propósitos gubernamentales, quién deberá tener prudencia y cuidado con este tema, para evitar una inestabilidad institucional, sumando un problema más al agitado panorama político social.

Abrigamos la esperanza que el recuento final de votos no dé lugar a las pasiones y escándalos propios de una clase política, (de pronto con muy poca clase) haciendo de los asuntos públicos un circo de vencedores, vencidos, o acusaciones de transfuguismo.

ADENDA UNO: Bogotá, la ciudad de todos tendrá un nuevo alcalde, elegido el próximo 29 de octubre, posesionado el 1 de enero del 2024, oxigeno administrativo para una gran ciudad que anhela tener un gobernante serio, que actúe y grite menos, con experiencia pública, conocedor de la hacienda pública, que entienda de verdad que se debe gobernar sin dogmatismo,
libre de aspiraciones futuras, donde impere el buen lenguaje político administrativo, cordiales relaciones con quienes lo apoyan y amplias garantías para sus oponentes.

Que recupere la seguridad perdida, como el espacio público, que se pueda transitar sin temores por sus calles y avenidas, un manejo adecuado de las basuras hoy por hoy al garete, que las obras de infraestructura sean diseñadas y ejecutadas a tiempo, que la movilidad sea la prioridad de la nueva gestión administrativa, que brinde confianza a sus habitantes, en síntesis, actuar con criterio gerencial para una urbe que se ha visto desprovista de una eficiente y clara política de gobierno en estos últimos cuatro años de gestión pública.

ADENDA DOS: La dolorosa noticia del fallecimiento del amigo, el pensador, el jurista Hernando Yepes Arcila, la recibí en el exterior, pérdida irreparable para el derecho, la juridicidad, la academia, para su partido que lo tenía como uno de sus ideólogos, para la sociedad entera, en especial la caldense.

Se nos están yendo en silencio los grandes valores humanos y Hernando Yepes pertenecía a ese núcleo de seres que formaron la élite espiritual de su generación, en donde se destacó por su disciplina académica, inflexiblemente recta, naturalmente austera, apasionadamente estudiosa y substancialmente incapaz de doblez e hipocresía.

En el ejercicio jurisdiccional brilló con luz propia, dejando huella de su preparación, calor humano, sentido de pertenencia, donde siempre imperó la razonabilidad, la sabiduría y el prudente juicio.

Eterno descanso, para una vida tocada ahora por la lumbre de los símbolos puros.
La bandera de la amistad continua a media asta.

J. Ferney Paz Q. Ex magistrado

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